El Valor de Nuestra Gente

Cultura sustentable

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Linda Rubi Martínez Díaz

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Es muy común en las diversas esferas sociales hablar de eficiencia, y esta tendencia ha dejado ya de ser un concepto económico para regular diversas áreas, por ejemplo en la administración pública, en el entorno académico, en la ecología, incluso en el comportamiento de los individuos. Pero si se desea actuar con eficiencia en cualquier ámbito no sólo debe hacerse para mantener la economía en la acción, sino para evitar generar efectos indeseables.

Es fácil para las empresas mostrarse como eficientes al generar sus productos y rentabilidad para sus accionistas, pero por desgracia han dejado una huella ecológica imborrable, la cual no sólo nos afecta directamente sino a las generaciones por venir. No hay empresa que no contamine, por lo que tiene poco sentido que se vendan como eficientes. Si no es en el proceso de manufactura, lo hacen en el consumo, sobre todo cuando casi todos los productos tienen empaques que sólo serán utilizados una vez y desechados en automático.

Por desgracia, nosotros como consumidores finales no contribuimos a actuar de forma eficiente, pues muchas veces los empaques no los reutilizamos, y peor aún, ni siquiera tenemos la conciencia de administrar la basura, arrojándola a la calle y contaminando áreas naturales. Es triste ver que aún la cultura de la eficiencia no haya incluido las externalidades y los buenos modales, pues no sólo afectamos a terceros sino se da mal aspecto.

Por tanto, me parece no sólo necesario sino urgente que pensemos a la eficiencia desde la sustentabilidad, en el que haya corresponsabilidad para con los demás y nuestro entorno. No podemos seguir gastando a nuestro planeta de esta forma, como si proveyera infinitamente de recursos y esperando que se arregle por sí misma debido a la contaminación que le hemos generado. Es necesario hacer conciencia del mal que estamos causando.

Creo que esto se puede lograr si cambiamos la forma de ver las cosas, si pensamos a nuestras ciudades como nuestras casas, y a los demás como parte misma de nuestra esencia humana. Si cuidamos lo que es nuestro, me parece que será más fácil preservarlo y comenzar a aprender a ser realmente eficientes. Es un orgullo que muchos de nuestros pueblos en la región son reconocidos internacionalmente por su riqueza cultural y natural. ¿Por qué no también que nos reconozcan por nuestra responsabilidad ecológica y cívica que vaya acorde con ese entorno?

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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