El Valor de Nuestra Gente

Somos libres porque votamos

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Linda Rubi Martínez Díaz

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. La política ha tenido múltiples transformaciones desde sus orígenes, y de acuerdo a los diversos contextos sociales, ha tenido sus planteamientos correspondientes, ya sean motivados por las necesidades imperantes, el pragmatismo de lo que ya se venía haciendo con anterioridad, o de acuerdo a las perspectivas futuras. Apoyando a ideologías, a partidos u organizaciones políticas, o a personas posicionadas en el sector público, hoy en día los ciudadanos han sido motivados a ser partícipes del cambio social, situación que no sería posible sin la posibilidad de una democracia mínima. El fomento de una sociedad libre, con mayor equidad y justicia social, y emancipada de poderes fácticos ha creado este escenario que en otros tiempos sería envidiable, razón suficiente para seguirla perfeccionando en orden de que los seres humanos no solo busquen su autonomía privada, sino aprendan a ejercer su libertad política.

            Gracias a la democracia, podemos tener un espacio privado, por lo que la libertad que tanto se defiende no debería concebirse como si los humanos fuésemos entidades incomunicables. Todo lo contrario. Es nuestra vida social concreta la que nos permite ser un tipo u otro de persona y ampliar nuestras posibilidades de realización. Por tanto, es totalmente apremiante ser usuarios de las herramientas que nos ofrece este escenario, y con ello no solo me refiero a manifestarnos con la palabra o en la calle, sino a proponer ideas que permitan abonar al debate público. Porque es fácil esgrimir críticas destructivas, afectar a terceros cuando la plaza pública es tomada para exigir nuestros derechos, pero cuando se trata de ofrecer mejorías y soluciones para el bien común, la pasividad es recurrente.

            El derecho al voto es quizás la herramienta más sólida de libertad política, que por un lado nos permite refrendar lo que está bien hecho, o efectuar la posibilidad del cambio. Además ejercerlo evidencia un acto de máxima civilidad puesto que implica el uso de la razón y no de la violencia. Por lo que es lamentable que se desaproveche este escenario cuando se tiene la visión de desencanto hacia las instituciones. Gracias a la democracia, la libertad se ha consagrado como un derecho inalienable. Por lo tanto, es apremiante comprender que si desaprovechamos las oportunidades que ahora son reales, las posibilidades de que nuestro sistema se debilite y se dé paso a algún tipo de tiranía se amplían.

            Yo les invito a ser más proactivos, a colaborar como verdaderos miembros de la sociedad civil que no solo critica y exige, sino también construye un mundo mejor, hombro a hombro con sus gobernantes. Porque nuestras decisiones privadas ya tienen implicaciones públicas, así como nuestra forma de ejercer y defender nuestros derechos políticos determinarán qué tan libres podremos ser.

            Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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