Día del Abuelo
Por: Linda Rubi Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El pasado 28 de agosto se celebró como cada año, el día del abuelo, el cual no solo ha permitido venerar a las generaciones que sostienen nuestro presente, sino también nos recuerda la importancia de la experiencia y la tradición como lugares de conocimiento histórico. Sin embargo, aun la importancia de tener una fecha que nos recuerde la dignidad de las personas de la tercera edad, la cual trasciende a nuestro país, creo que es totalmente necesario reconfigurar la importancia de quienes son testimonios vivientes del pasado y configuradores del sentido de nuestro futuro, pues así como quien olvida la historia está condenado a repetirla, debido a la pérdida de material cognoscitivo que permita la orientación vital en el transcurrir propio, de similar manera no escuchar las voces de quienes ya han estado con nosotros desde hace algún tiempo, nos arrojaría a un mar de incertidumbre donde podríamos estar cometiendo los mismos errores de nuestros ancestros.
Por tanto, creo que es importante reconocer la trascendencia de los adultos mayores, pues como ya se menciona en los textos bíblicos, esta etapa representa un momento idóneo para la culminación de la existencia humana, donde no sólo se alcanza la verdadera madurez sino mejor aún: la sabiduría del corazón.
Ser abuelo es una tarea permanente, es un arte que requiere la aceptación del devenir inevitable, pero sobre todo, es un reconocimiento de quienes han sido testigos vivientes de nuestras raíces. Los abuelos son el mayor tesoro de la familia, los fundadores de un legado de amor así como los mejores narradores de historias. Ellos son los guardianes de las tradiciones que perduran en el recuerdo y la solidez de la estructura familiar.
Su importancia social radica precisamente en su número, pues hay 10.1 millones de adultos mayores en todo el país, y esta tendencia en unos años hará que representen el mayor grupo de interés, incluso por encima de los jóvenes. Por lo que es importante rescatar el papel que históricamente los ubicaba en una privilegiada posición, pero que hoy en día se ha devaluado. Así mismo, no está de más recordar que así como los niños necesitan un especialista médico que conozca de sus funciones biológicas de acuerdo a su edad, las personas de la tercera edad necesitan a médicos especializados en geriatría, que sepan de cuidados más específicos para mejorar su calidad de vida. En este sentido, es apremiante fortalecer a las instituciones de salud en este rubro, de tal manera que se trate con especial cuidado a este grupo de enfoque.
Celebro que tengamos estos momentos de recuerdo y esperemos que se prolongue en la dignificación de esta etapa de vida. Sobre todo, para rescatar los valores que debemos preservar y que mantengan a la humanidad en su camino moral.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.