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El arte de la brevedad en Monterroso

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El arte de la brevedad en Monterroso

La otra versión:

Por René Sánchez García

 

En el mes de diciembre pasado se cumplieron los 100 años de nacimiento del escritor hondureño Augusto Monterroso, y el día siete de febrero pasado cumplió 19 de haber fallecido. Como todos sabemos nació en Honduras, luego vivió en Guatemala y durante casi 60 años radicó en México. Fue aquí donde publicó toda su obra escrita, misma que alcanzó apenas 14 títulos, pero eso le basto para ser reconocido como uno de los escritores hispanos con mayor influencia en la nueva generación de colegas del papel y la pluma. Si algo caracteriza a “Tito” es la utilización del perfecto arte de la brevedad en sus escritos publicados.

Sus trabajos publicados están llenos no sólo de una excelente brevedad bien trabajada, sino también de un sentido del humor versátil y huidizo, que divierte pero que también hace razonar profundamente. Fue siempre todo un Maestro (con mayúscula) “del arte de la paradoja, de la distracción voluntaria, del desequilibrio cognitivo como atentado contra el sentido común, del asomo risueño de la perplejidad en cualquier asunto”. Dicha brevedad y humor fueron hechas letras o expresiones con demasiada elegancia y constituyen verdaderas lecciones de vida, tal y como aprendió de las lecturas de La Fontaine, Samaniego e Iriarte.

Autor de Obras completas (y otros cuentos), La Oveja negra, Lo demás es silencio, La letra e, La palabra mágica, así como Los buscadores de oro, entre otras más. Son bien recordados sus libros que hacen referencia a los animales más comunes (jirafa, grillo, león, zorras, monos, etc.) que con su forma de ser de tipo selvático dan ejemplos a los seres humanos en sociedad de comportamientos llenos de valores. Pero igual, al estilo de Borges, utiliza el recurso de la ficción y de la fantasía para deleitar a los lectores por medio de la literatura. Sólo una persona como Monterroso fue capaz de hacernos mirar nuestro propio rostro, algo que es difícil hacer con la escritura narrativa o la poesía.

Quizá su obra total publicada no sobrepase las 500 cuartillas, “pero es precisamente la brevedad, la paradoja, la variedad de temas y el fino humor, apoyados en una enorme capacidad de observación, donde se funda la trascendencia de su estilo”, dice Carlos Martín Briceño. Y todo porque Monterroso aprendió con los años a “dominar la escritura breve tachando. La concisión es algo elegante; no se trata de suprimir palabras, sino dejar las indispensables para que la cosa, además de tener sentido, suene bien”. Pero lo importante es que nada debe ser inventado, sino crear e imaginar algo para ser contado y es en la realidad donde están las posibilidades de escribir”.

Monterroso es el autor del cuento más breve de la literatura actual, con su célebre: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, pudo convertirse en el autor universal del cuento brevísimo, pero se dedicó a las fábulas, casi poéticas enmarcadas en la metáfora. Y para comprobarlo, hay que leer sus textos que dejo y creo que ese es el mejor de los homenajes que le podemos rendir.

sagare32@outlook.com