Destacado

EL CHANEQUE

Comparte

 

 

 

Elvia Acosta Santes

Hace algún tiempo tres jovencitos se reunían los fines de semana, allá por “La Mata”, ellos eran, Pedro, Ricardo, Juan, Memo y Quique. Como buenos estudiantes, hablaban de sus proyectos escolares, escuchaban su música, contaban anécdotas, cuentos e historias de terror y también de las chicas guapas del pueblo, aprovechaban para disfrutar dulces, golosinas y refrescos.  En una ocasión, las horas pasaron sin darse cuenta, la tarde se hizo noche. Agradecieron a los padres de Pedro por ser buenos anfitriones y partieron caminando por la solitaria calle de Libertad, entre la oscuridad del camino y la espesa neblina que ocultaba el brillo de la luna de finales de octubre.

Quique, el más distraído, se retrasó, quedando por el templo mormón, de repente escuchó una voz que le chisteaba. –Shhhhhh, shhhhhh. Se detuvo a mirar, alzó la vista y vio sentado a un pequeño hombre, que agitaba sus manos para que se acercará, traía la ropa puesta al revés, ahora le llamaba por su nombre: Quique acércate, acércate, le decía con voz misteriosa.

Pedro, corrió para alejarse y alcanzar a sus compañeros, la torpeza de sus pasos lo hacía correr en el aire, sin tocar el piso avanzaba lentamente. Su corazón amenazaba con salirse de su pecho. Por fin les alcanzó, y con temor les contó lo sucedido. Ellos dudaron regresar, cuando se percataron del rostro pálido, cabellos erizados del terror. Esa noche no pudo dormir.

En el desayuno, sus padres notaron su palidez y el miedo se reflejaba en sus ojos, él les contó. ¡Es mal de espanto! Dijo su madre, y lo llevo a casa de Doña Animas, la hierbera del pueblo, ella confirmó el daño. Hay que hacerle una limpia, dijo con voz certera.

Quique, sudaba de tanto brincar sobre el bracero que alimentaba las llamas para ahuyentar el mal de susto. Salió del tenebroso cuarto sudando a ríos, con el cabello alborotado, y oliendo a pirul. Respiró profundo camino despacio para salir de la casa.

Esa noche durmió profundamente, y desde ese día cada vez que pasa por esa calle por las noches su sueño se interrumpe. Quique y sus amigos nunca volvieron a contar leyendas del chaneque.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *