Especial

El desenlace

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Por: Norma Carretero Rojano

 

 

Capitulo dos: La sorpresa en los pensamientos

 

Cuando Laura llegó a la gran ciudad y fue contactada por Karen –su amiga extranjera- vía telefónica para decirle que se encontraba en Medina, -la gran metrópoli- ¡Laura no podía creerlo! -Hola Karen, que gusto saber que también te encuentran en Medina, ¡veámonos para cenar!, yo solo estaré pocos días, vine de trabajo, pero me regreso a la provincia del Jonuco a ver otro asunto de mi compañía, ¡no sabes el gusto que me dará verte amiga querida. -¡Claro que sí, Laura!, ¡¿qué te parece si me organizo con Tony –pareja de Karen en Medina- y te llamo más tarde?!. -Encantada Karen espero tu llamada. Era tal la euforia de Laura de volver a ver a su amiga que olvidó por completo su “cita” con Julio…

-Hola “Lau”, te parece que nos reunamos hoy a las siete de la noche para charlar, ponernos al tanto, tomar algo rico y cenar?, Tony estará disponible para vernos los tres, ¡ah!, por cierto, invitamos a Iram. Si quieres nos vemos en el subte –tren ligero- de la estación Metrópoli 6, para de ahí caminar unas cuadras, quiero que conozcas “el badajo”, es un buen lugar, con un concepto ecléctico. Combinan lo moderno con el buen gusto de lo clásico. –Perfecto Karen nos veremos en el subte a la hora indicada. Laura no pasaba por unos de sus mejores momentos dentro de su empresa y, personalmente. Sin embargo, se esmeró en su arreglo para verse linda y pasar un buen rato en compañía de sus amigos. Las horas transcurrieron y a las siete en punto, puntualidad medinense, Laura, Karen e Iram se encontraban en la estación Metrópoli 6 del subte. Tony se disculpaba por no acudir, así que las tres amigas tenían el resto de la noche para charlar y charlar largamente. Efectivamente, para Laura el lugar era nuevo, aunque conocía muchos lugares en Medina, definitivamente éste le faltaba en su lista. –Laura, donde prefieres que nos sentemos?, pues son tres pisos. –En el tercero –sugería-, donde está la terraza para poder disfrutar de la vista y del fresco de la noche, pues ha hecho mucho calor durante el día. Lau –como Karen le decía cariñosamente-, no dejaba de mirar hacia todos lados, la decoración, la venta de suvenires –recuerdos originales del lugar-, de libros de todo tipo de platillos; obras raras; música, pero sobre todo el mobiliario: ¡era todo diferente!. De mesa a mesa la decoración cambiaba: Había mesas altas con banquillos altos, sillones con mesas chaparras para una persona o máximo dos, en colores chillantes que hacían el ambiente muy agradable. Laura nunca se imaginó que en ese lugar… continuará

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