El reto: formar nuevos ciudadanos
Daniel Badillo
Tercera parte.
El artículo 79 de la Ley de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes para el Estado de Veracruz precisa que el derecho a expresarse «implica que se escuchen y tomen en cuenta las opiniones y propuestas de niñas, niños y adolescentes respecto de los asuntos de su familia, escuela o comunidad, así como de todas aquellas situaciones que les afecten o interesen». A su vez, el artículo 82 especifica que tanto niñas, niños como adolescentes, «tienen derecho de reunirse y asociarse de manera responsable y organizada… El Gobierno del Estado proporcionará asesoría y orientación para la integración de organizaciones de niñas, niños y adolescentes, y en su caso, elaborará un registro de las mismas». Ejercicios como el Cabildo Infantil y el Parlamento de la Juventud, representan un espacio que promueve la participación de niños y adolescentes a través de la libre expresión de las ideas. No obstante, ambos mecanismos no agotan las posibilidades que brinda la propia democracia. Debemos ir más allá si pretendemos formar nuevos ciudadanos, sobre todo considerando que este sector poblacional enfrenta actualmente severas condiciones de pobreza y marginación en nuestro país.
Y es que de acuerdo con el informe Pobreza y Derechos Sociales de Niñas, Niños y Adolescentes en México 2010-2012 (citado en el Índice de Desarrollo Democrático de México 2014) realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Coneval: “…más de la mitad de los 40 millones de mexicanos menores de edad, es decir, 53.8 por ciento, estaba en situación de pobreza sobre una población infantil de 39.2 millones, de la cual más de la mitad son niñas, según datos del INEGI». Con base en los datos del informe, se estima que 21.2 millones de niñas, niños y adolescentes se encuentran en pobreza y 4.7 millones en pobreza extrema; es decir, sin posibilidades de acceso a los servicios básicos para la subsistencia. Sugerir entonces una mayor participación de las niñas, niños y adolescentes no sólo en el diseño de políticas públicas que impacten directamente en su bienestar social, sino también como promotores de los derechos consagrados en instrumentos jurídicos nacionales e internacionales en su favor, obliga a replantear la forma en que las instituciones escolares y los propios padres de familia están incidiendo en la formación de un nuevo ciudadano consciente de su realidad social. Habrá, desde luego, quien difiera de esta posibilidad; no obstante, es necesario que se abran más espacios de diálogo al interior de las propias escuelas para identificar liderazgos que, en el futuro inmediato, puedan trascender al ámbito escolar.
Si bien existen mecanismos que favorecen la cultura cívica y política entre este sector como los concursos de oratoria, cuento, dibujo, declamación y debate político, no menos cierto es que la formación del nuevo ciudadano debe ser integral. Necesitamos partir de la base que significa el aula escolar y el entorno familiar. Se reconoce el esfuerzo que realizan las autoridades educativas con la incorporación de asignaturas como Formación Cívica y Ética, Historia, Filosofía, Antropología, Sociología, Estructura Socioeconómica y Política en la educación básica y media superior; sin embargo, de lo que se trata es de que, paralelamente a los contenidos educativos, se fomente la cultura política de manera previa a asumir la mayoría de edad. Premiar el esfuerzo y el aprovechamiento académico contribuye, sin duda, en la identificación de liderazgos en el aula. Incentivos como el Viaje por la Ruta de la Insurgencia, mediante el cual las escuelas primarias reconocen a alumnos destacados, propician una mayor identidad y sentido de pertenencia de las niñas y niños respecto a su país y a su estado, y les permite conocer más de la historia que dio origen a esta nación; debe insistirse, sin embargo, en que la vertiginosidad de la información y el conocimiento demandan de la sociedad una mayor capacidad para formar a nuevos ciudadanos desde las aulas y desde los hogares, para que estos constituyan una nueva generación de mujeres y hombres imbuidos con la visión democrática y cultura política que demanda la realidad que vive el país.