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En política, ¿Por qué no decir la verdad?

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Por Armando Antonio Rangel González

Una característica muy asociada a la clase política, es que en su mayoría existen personas que suelen dominar el arte del engaño, de las falsedades, en pocas palabras, decir verdades a medias que a menudo suelen confundir la realidad, lo que indudablemente altera siempre el contexto de los hechos, que al final nos impide conocer la verdad.

Diálogos rebuscados, tecnicismos, frases enredadas, mensajes confusos, discursos halagadores, son algo de lo mucho que escuchamos diariamente, pero ¿con qué finalidad?; desde mi punto de vista es para “acomodar” y “adaptar” la realidad a su modo, es decir, “engañar”; tal paree que entramos a un juego de interpretaciones, algo de lo mucho que en nuestros días, hemos escuchado, precisamente una guerra de declaraciones entre el círculo político y la clase gobernante.

Nuestra realidad (política, económica y social) es una sola, nos guste o no, sea positiva o negativa, es una sola; entonces, porque entrar a un juego de interpretaciones, donde el Gobierno nos dice su versión, avalada por el partido en el poder; pero la oposición tiene su propia interpretación, la cual siempre es contraria, y al final, nunca se ponen de acuerdo. Esta situación provoca no solo la pérdida de tiempo en una guerra de declaraciones, sino que confunde a la sociedad y nos quita perspectiva de las cosas y en algunas ocasiones, desgraciadamente nos llegan a convencer.

Un bache es un bache, sea uno o dos mil en la ciudad, a la sociedad no nos importa si fue heredado de una administración de oposición o si tiene un día de aparecido; lo que nos importa son dos cosas, en primer lugar, que es un bache que limita nuestra vida diaria, y en segundo lugar, que el actual gobierno tiene la responsabilidad y debe hacer hasta lo imposible por repararlo.

De igual forma podemos analizar el tema de los elevados índices de inseguridad que vivimos en nuestros tiempos, unos contradicen los datos estableciendo que las cifras van a la baja, otros que han aumentado exponencialmente, hasta se ha dicho en ocasiones que son causa de una persona; también existen personas que aceptan la realidad tal cual es, pero minimizan su impacto, como si el tema de la violencia, las extorsiones y los asesinatos sea cosa menor; debe ser cuestionable la presencia de un delito, como la de un millón; de ahí que debemos estar preocupados más por el suceso y no por la cifra.

Estos son solo dos ejemplos del mal que nos hace malinterpretar la realidad, ya sea intencionalmente o no, por analogía, interés o hasta por confusión. Una mentira a medias nunca dejará de ser una mentira, la sociedad no merecemos verdades cómodas o a medias, necesitamos realidades o soluciones. Los políticos y más el gobierno, debe hablar con la verdad, llamar a las cosas por su nombre, es de sabios equivocarse, es justo decir no puedo y pedir ayuda, nadie es todopoderoso, por lo que merecemos en todo momento simplemente conocer la verdad.

Como ciudadanos celebraríamos que nos dijeran las cosas como son, en la justa dimensión en la que suceden; jugar al gobierno no es inventar, ni tampoco un juego de competencias con anteriores gestiones o con los partidos políticos de oposición. Como ciudadanos merecemos que se nos hable con la verdad, no lo creo difícil, pero si entiendo el miedo que les provoca, porque en la mayoría de los casos, no sabemos manejar la verdad. Como ciudadanos exigimos la verdad, por lo que debemos asumir nuestro rol y responsabilidad, para pedir a las mujeres y los hombres del ámbito público y político, que simplemente decidan “hacer lo correcto”.

 

 

 

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