Editorial

Es tiempo de juego

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Héctor Larios Proa

 

“El (deporte) no tiene la culpa de lo que pasa aquí,

es problema de la crisis y su civilización”.

Miguel Ríos

 

Llegaron los Juegos Centroamericanos a Veracruz 2014, después de muchas dudas, cambios, y golpes bajos. Cuatro años de preparación para las instalaciones, y entrenamientos de selectivos. En un contexto de enojo, rabia, desolación, e indignación de reclamos sociales ante las injusticias ensombrecen la fiesta del deporte regional de América Central y el Caribe. No podía ser diferente, el tiempo esta nublado, hace frío.

La fiesta de la juventud de esta parte continental está en estado de prearranque, el nerviosismo natural les acecha, ellos deberán aprender a controlar sus emociones para alcanzar sus metas deportivas, para ellos inicia el ciclo olímpico, para el siguiente año los que logren continuar en sus respectivas selecciones estarán en Winnipeg, Canadá, para medirse con los mejores de todo el continente y enfilarse a Brasil para los Juegos Olímpicos. La competencia no termina aquí, es solo el comienzo.

Sin  Villas que alojen a los deportistas, punto de reunión de jóvenes que pelearon por un lugar para asistir, reunión de iguales pero distintos que  logran convivir en armonía, y compiten en noble gestas, pero menos mortales que las que nos enteramos a diario por la prensa. Los jóvenes que anhelan, sueñan  y aspiran por un mundo mejor, son el espíritu olímpico ondeando en estadios, gimnasios y pistas que logra permear al público en este tipo de eventos. Hoy alojados en hoteles, unos buenos y otros que no cuentan con los requerimientos necesarios para un deportista de alta competencia, es un ejemplo de omisión e ignorancia. Detrás campea la desorganización, intereses particulares, ineficiencia, y algo de buena voluntad, que no fueron suficientes para la gran fiesta que todos deseamos. Esperamos un milagro y el Buen Fin.

Es tiempo de juego, de competencia que tiene su propio ritmo y reloj, ritmo de emociones que seducen a unos y paralizan a otros. Se juega en otro tiempo, un tiempo que no es el real. Se hace tiempo, se pide tiempo, y hasta se corre el riesgo de olvidar el verdadero tiempo que no debemos olvidar, el tiempo de la injusticia, la corrupción e impunidad. Ese del que estamos hartos, que incluso ha contaminado otras esferas sociales, el deporte incluido.

 México vive con el  reloj de  la desesperanza, del coraje, la falta de oportunidades,  exclusión, marginación. También de  provocaciones del cinismo, y la desorganización… Pero también del miedo colectivo que paraliza, que invita a la estupidez… A todo…La pradera esta seca y todos tenemos cerillos. No nos podemos equivocar. Ni tampoco cerrar los ojos y oídos.

Los centroamericanos es la fiesta de nuestros hijos, de los jóvenes mexicanos y de otros países que son los mejores representantes en sus especialidades, a ellos y al resto,   hay que darles la oportunidad de ser diferentes, de ser  mejores personas hombres y mujeres de bien,  con su esfuerzo han demostrado disciplina, constancia, esfuerzo valores indispensables para aspirar a construir un mundo mejor.

El deporte no es la panacea, es simplemente uno de múltiples factores protectores en el proceso civilizatorio, que nos hace distintos al hombre salvaje, aquel sin valores, educación y moral. Asignaturas que el Estado ha expulsado de los contenidos de las políticas públicas para la construcción de ciudadanía y gobernabilidad. No dejemos que lo ensucien…más.

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