Fuego guadalupano
Los deportistas del Sindicato Único de Trabajadores de la Compañía Nestlé, anteponiendo la fe en la Virgen de Guadalupe, decidieron surcar la agotadora prueba de correr más de trescientos kilómetros de distancia, desde la ciudad de México a Coatepec, Veracruz, para traer el fuego que simbólicamente une a las etnias.
Para aventurarse en este compromiso se prepararon física y mentalmente durante meses de anticipación; con arduos entrenamientos anaeróbicos y, naturalmente, persuadidos por la fe en la reina de México, un 10 de diciembre de 1986 partieron a las seis de la mañana en un autobús a la ciudad de México, para descansar esa noche y estar al día siguiente en óptimas condiciones físico-atléticas para cumplir satisfactoriamente su propósito.
La mañana del 11 de diciembre, hermanados por el compañerismo y la fe en la virgen morena, escucharon misa en la Villa Guadalupana. Después de recibir la bendición encendieron el fuego que une el espíritu de los hombres, simbolizado en ese día por el candor de la guadalupana. Formando relevos de 100 metros comenzaron a correr a velocidad por las avenidas, calzadas y bulevares de la gran metrópoli, perdiéndose a menudo en ese enjambre de edificios, rascacielos y monumentos que engalanan la gran ciudad, pero con el ánimo impreso en el corazón.
Cuando arribaron a la autopista se asemejaban a los guerreros que abandonaban la gran Tenochtitlán, en busca de nuevas conquistas. La orografía del suelo los retaba en todos sus matices aunado a los diversos climas que durante el trayecto se presentaban, haciendo más difícil la travesía entre los cerros y las montañas. Pero el corazón los mantenía a flote muy a pesar de sufrir dichas inclemencias como fatiga, dolor e incluso agotamiento, pero la meta aún se visualizaba lejana.
La noche fue otro duro obstáculo a vencer, sobre todo por las bajas temperaturas climáticas, la niebla envolvía sus siluetas cuan veloces se desplazaban. El reloj marcaba las 23 hrs. al momento de llegar a Perote; allí pasaron la noche para recuperar un poco de energía.
El 12 de diciembre, cuando despertaba el alba, comenzaron nuevamente a correr desafiando la fatiga en ese vergel, en un bello paisaje bordado de bosques y potreros con un aire saturado de oxígeno que los atletas respiraban hasta el último alveolo de sus pulmones.
Cuatro horas más tarde veían culminada su hazaña: desde el puente nuevo, la glorieta y el camino a la Fabrica Nestlé, amigos y familiares en general los recibía con alegría y suma emoción vitoreando con porras, aplausos y vivas el esfuerzo que durante dos días hicieron estos ejemplares deportistas; lágrimas de felicidad asomaron a sus ojos. En la capillita que está ubicada desde ancestrales años en el camino que conduce a la planta productiva Nestlé, los recibió el sacerdote Bernardo Villarreal. Ahí entregaron el fuego y, después de felicitarlos en nombre de la comunidad, ofició solemne misa de acción de gracias.
Algunos de los esforzados atletas que participaron en la mencionada aventura lo son: Héctor Gómez, Raymundo Olivo, Mario Cortés, Marino Cortés, Ramón Texon (†), Luis Gómez, Genaro Guadalupe Contreras, Felipe García, entre muchos más. Esto sucedió hace 27 años. Hoy la evocación nuevamente los une en el corazón.