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Historias sobre los aparecidos del sitio Las Higueras

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CRÓNICA COATEPECANA

Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

jesus_bonilla1@hotmail.com

 

Antaño era común escuchar de nuestros abuelos, una serie de historias sobre espíritus errantes y formas fantasmagóricas que se hacían presentes a las personas que osaban transitar de noche por los viejos caminos de terracería, o en aquellos parajes en los que habían tenido lugar algunos hechos sangrientos. Antiguas historias que conformaban todo un repertorio de relatos distintivos de la tradición oral a nivel regional y pasaron de generación entre generación, hasta que en las últimas décadas fueron desplazadas por los medios de comunicación que diversificaron las actividades de entretenimiento entre la población infantil.

Este tipo de historias eran contadas en aquellas tardes cuando la lluvia limitaba las actividades fuera de los hogares, o bien al anochecer junto a la luz de los candiles alimentados por petróleo. Eran las condiciones idóneas para originar una buena dosis de pavor entre el chiquillerío de aquellos tiempos, cuyas mentes creían identificar algunas formas espectrales en la penumbra y en los rincones más oscuros.

Uno de los lugares emblemáticos de aquel entonces y que constantemente era citado en varias de las narraciones, es el sitio denominado como “Las Higueras” punto que se ubica sobre la carretera hacia las Trancas, un poco antes de llegar a la congregación de El Grande. Sobre ese lugar se decía que de noche se aparecían los fantasmas de aquellos revolucionarios fusilados al pie de unos tecorrales o colgados de las ramas de las añejas higueras.

En una de las versiones sobre dichas apariciones, se mencionaba que un humilde campesino dedicado a la venta de los productos que obtenía del trabajo en sus fincas, debía de movilizar la mercancía hasta el mercado del pueblo de Coatepec y lo hacía de madrugada para llegar con el alba los domingos en que se lleva a cabo el día de plaza. En cierta ocasión al pasar por las Higueras los caballos que jalaban su carreta empezaron a encabritarse sin motivo aparente, al tiempo del que el conductor sintió un fuerte escalofrió cuando tuvo la sensación de que alguien se subió a la carreta en marcha. Claramente tuvo la sensación de que una persona venia sentada en la parte trasera y sin voltear para evitar una mayor impresión, empezó a rezar las pocas oraciones que se sabía, Cuando sintió que se aligeró el peso de la carreta y los animales se tranquilizaron, dio gracias a Dios de que el susto no pasó a mayores consecuencias y desde esa ocasión evitó volver a pasar por el lugar.

Otras versiones sobre las apariciones en el sitio de “Las Higueras”, refieren que hace algunos años en noches de luna cuando hay mucha claridad, todavía podían aparecerse los fantasmas de los que fueron colgados en las ramas de las dos frondosas higueras, cuyos cuerpos con movimientos ondulantes generaban gran susto a quienes les veían.

Sobre las ejecuciones que se llevaron a cabo en dicho sitio, es el Dr. Rafael Sánchez Altamirano quien registra en sus Memorias Autobiográficas, una serie de hechos que tuvieron lugar durante el gobierno de don Venustiano Carranza, y cita al respecto: “Al tomar el mando de los rebeldes en la región de Coatepec, [Ricardo] Morales lo primero que hizo fue quitarse, en una sola noche el peligro que para él significaba la existencia de algunos elementos Carrancistas que vivían en la Congregación de El Grande…eran cinco vecinos de la congregación, fueron aprendidos en sus habitaciones durante la noche y conducidos al lugar conocido por las Higueras, donde el camino se bifurca para Mahuixtlán al Grande, y fusilados…Entre los muertos de las Higueras recuerdo a Rodrigo Aguilera y a Sixto Landa, este último había formado parte de la gavilla que asaltó a Coatepec capitaneada por Amador Ramírez, al iniciarse la revolución”.

Estos datos nos llevan a inferir que las apariciones fantasmales del sitio las Higueras podrían ser las almas en pena de aquellas personas ejecutadas durante el movimiento revolucionario, sobre todo que esa área fue refugio de varias gavillas de bandoleros quienes se dedicaban a robar los valores de los transeúntes que se aventuraban a cruzar por los viejos caminos vecinales.

 

 

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