Crónica Coatepecana

LA INDUMENTARIA INDÍGENA DE COATEPEC, VERACRUZ

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Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

Cronista de la ciudad de Coatepec

(Tercera parte)

Una de las prendas de la antigua indumentaria indígena de Coatepec, es la faja con la que ceñían el enredo a la cintura y al mismo tiempo permitía que su portadora anduviera bien fajada. La prenda en cuestión se caracteriza por ser una angosta banda manufacturada en telar de cintura, con hilos de lana teñidos en rojo de la grana cochinilla, y podía ser adquirida en los mercados regionales con las indígenas totonacas de Landero y Coss (San Juan Miahuatlán), lugar donde se elaboraban las fajas para abastecer a todas las comunidades de la sierra y poblaciones de tierra caliente como Misantla y Yecoatla.

La elaboración de las fajas implicaba un largo proceso, que iniciaba con la trasquila de los borregos cuando ya se encontraba en su punto el pelaje del animal. Posteriormente se lavaba el vellón con abundante agua y amole, en sí un tubérculo que se pelaba y rayaba en las “piedras de ojo” o se machacaba en una piedra y generaba bastante espuma, con la cual lograban eliminar la grasa natural de las fibras. El lavar el vellón requería de mucha paciencia y conocimiento, sobre todo para no apelmazar las fibras y facilitar su separación durante el escarmenado.

Ya seca la lana, se le iban quitando los cardos y demás impurezas, aparte de que se van separando las fibras y se conserva la dirección de las mismas. Decian las artesanas entrevistadas que debía de ser escarmenada la lana con las manos, a fin de evitar se debilitaran las fibras si se usaban cardas de alambre. Ya preparada la lana se va pretorciendo con la ayuda de un malacate (delgada vara que presenta una rueda de madera en uno de sus extremos), el cual se rota en una jícara o cajete. El siguiente paso era ir estirando manualmente el cordón hasta darle el grosor necesario y sobre todo el torcido requerido, para los hilos de urdimbre se utilizaba bien torcido, en cambio para la trama era más suave el hilado.

Ya hilada la suficiente cantidad de lana, se hacía una madeja para premordentarla con alumbre, a fin de que las fibras estuvieran listas para ser pintadas con la grana-cochinilla (color rojo). Tinte que se obtenía de un animalito cuyo alimento es el jugo de los nopales, y es criado exprofeso para ser usado en el arte de la tintorería. En el caso de las tejedoras indígenas de la zona serrana de Chiconquiaco, se sabe adquirían la grana en la botica de Naolinco, y les era despachado en onzas por aquel entonces.

Después de pintada la madeja en color rojo con la grana-cochinilla, se hacía un tendido sobre unas estacas de madera clavadas en el piso de tierra, a este proceso se le conoce con el nombre de “urdir”. Ya preparada la urdimbre se pasaba a unos palos que integran el telar de cintura, recibe el nombre porque un extremo del tendido de hilos, se asegura a un árbol y el otro por medio de una banda a la cintura de la tejedora.

El proceso de tejido inicia con la colocación del “peine”, delgada vara que permite asegurar la mitad de los hilos con pequeñas lazadas, a fin de separar los hilos pares de los nones. El entrelazado de los hilos de urdimbre y su aseguramiento con el hilo de trama en cada “vuelta”, es el principio básico de todo tejido, pero como en el caso de las fajas lleva una figura continua al centro, se deben de ir contando los hilos de urdimbre y “encimando” los correspondientes para formar las figuras requeridas. A esta técnica de tejido se le conoce como “calado de urdimbre”, y era ampliamente utilizado por las sociedades indígenas para crear toda una gama de representaciones simbólicas en las diversas prendas que integraban su indumentaria, sobre todo aquellas, cuyo uso se reservaba para los grupos de élite y de uso ceremonial.

En las entrevistas que se llevaron a cabo con tejedoras muy ancianas de la sierra de Chiconquiaco, se recuperaron una serie de datos sobre la carga simbólica de los motivos “labrados” al centro de las fajas tradicionales, y uno de los nombres asignados al mismo, es el de “camino de la serpiente”, según la explicación de las tejedoras en lo referente al significado de las líneas ondulantes al centro de la pieza en cuestión, es el de que son representaciones de las huellas dejada por la serpiente en su recorrer por los caminos y campos de cultivo.

En lo concerniente a las asociaciones de los entrelaces o elementos en forma de “S” dispuestos horizontalmente en los textiles indígenas, son varios los grupos indígenas de los Estados de Veracruz y Puebla, que le relacionan con la serpiente, y le identifican con las voces en lengua náhuatl: Coatl “serpiente”, Cohuatzin “pequeña serpiente”.

 

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