Especial

ONUSIDA

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Norma Carretero Rojano

 

 

 

La Organización de Naciones Unidas, viene aparejando un programa de prevención detección y tratamiento del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), a través de ONUSIDA, de la mano con los países de América Latina y el Caribe, sin embargo, México no ha podido, o por lo menos a enero de este año, cumplir con la meta que exige la ONU de bajar los índices de ésta terrible enfermedad, pues de los indicadores obtenidos quince se encuentran en un estatutos de “insuficiente” y cuatro en “estancamiento”, como es en el caso de la contención del sida.

            Para principios de este año, la tasa de mortalidad causada por sida en nuestro país es de cuatro punto dos personas por cada cien mil habitantes cada año mientras que la cifra establecida por la ONU dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) es de tres punto cinco defunciones.

El gobierno de la República y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hacen referencia de que desde el año de mil novecientos noventa y seis México no ha logrado tener una tasa inferior a cuatro. En casi veinticuatro años la variación en muertes por este padecimiento es tan  sólo de dos punto cinco puntos menos; las cifras reales revelaron que el aumento a cuatro personas fallecidas por cada cien mil habitantes comenzó a partir del año mil novecientos noventa y cinco, con cuatro punto dos y un año antes la cifra fue de tres punto siete. Increíblemente, se reporta que en el año dos mil catorce los estados con las mayores tasas de muerte por sida son Veracruz (ocho punto seis por cada cien mil habitantes), Tabasco (diez punto seis personas por cada cien mil habitantes) Baja California (ocho punto uno por cada cien mil habitantes) y Quintana Roo (nueve por cada cien mil habitantes). Otros estados de la república, como Colima, Guanajuato y Zacatecas han logrado reducir estas tasas de mortalidad, sin embargo la población más vulnerable siguen siendo los jóvenes cuyas edades fluctúan entre los quince y veintinueve años.

Es un tema sumamente controvertido, pues nos encontramos en su estudio con muchas aristas. Considero que algunos de los factores que han influido para no lograr con las metas establecidas y exigidas por la ONU pueden ser, en primer lugar la cuestión ideológica que va de la mano con lo cultural y consecuentemente con la no discriminación de aquellas personas que padecen Vih/sida; la desinformación y la falta de una orientación adecuada durante todas las etapas, es decir, y aquí quiero hacer referencia a una experiencia meramente personalísima: en una ocasión, viajando en el transporte colectivo “metro” de la ciudad de México, me topé de pronto con “una tipo casilla de votación completamente cubierta o, campamento gitano”, me llamó mucho la atención, me acerqué y en su interior se encontraban enfermeras del sector salud realizando la prueba de ELISA (Consiste en la detección de los anticuerpos del virus y permite, en muchas ocasiones, la detección precoz del VIH; en el caso de obtener un resultado positivo con la prueba de ELISA, este debe confirmarse mediante una prueba más específica denominada Wester Blot), a todo aquel que tuviera, en primer lugar, el valor civil de entrar –y lo digo con toda ironía- a aquel recinto gitanesco, segundo, que habiéndose armado de valor y cruzar el umbral improvisado de plásticos, se sentara y solicitara le hicieran dicha prueba y, es que no necesariamente tal enfermedad se adquiere mediante contacto sexual, también puede darse a través de transfusiones y otros medios de contagio, pero esto, como sociedad conservadora aun no lo entendemos en su total dimisión.  Yo, por supuesto entré, me senté a platicar con el personal médico y me realice la prueba, obvio en mi caso fue negativa, pero la práctica, al menos para mí fue enriquecedora. Me permitió observar que más allá de un simple piquete en uno de mis dedos de la mano, no existe mayor soporte sobre todo psicológico y de información que permitiese al evaluado que resultara “positivo”, para continuar en su paso por la vida. No sé si me explique, pero a través de los lineamientos puntualizados por ONUSIDA, como lo es el hecho de obtener antes, durante y después de dichas pruebas una amplia información acerca de los posibles resultados que se obtengan, sobre todo si este resultado fuere positivo, como lo ejemplifique en anteriores líneas, en ese momento, quizás, por esa falta de orientación a priori el “nuevo enfermo” sufrirá seguramente de un shock extremo e incluso decidiendo con ofuscación su futuro inmediato.

            Para concluir, en días pasados vino a México una gran amiga y colega dominicana, la Lic. Erika Suero Féliz, quien tiene diez años trabajando en programas de detección y prevención de sida. Como consultora OIT y representante ONUSIDA en su país  participó recientemente con una conferencia en Nueva York. Me instruyó lo que en la isla se hace en relación con el tema del Vih/sida, las políticas adoptadas y los programas a priori y posteriori en zonas francas de la misma, donde además la OIT (Organización Internacional del Trabajo) juega un papel fundamental. La idea, es poder, en un futuro próximo, implementar parte de su marco conceptual de acción y adoptar el modelo de Naciones Unidas en  nuestro país en apoyo a sectores vulnerables dentro de este rubro, sobre todo por contagio en cualquiera de sus variantes y, discriminación.

“La felicidad radica, ante todo, en la salud”. George William Curtis (1824-1892),  escritor norteamericano.

E mail: normacarreterorojano@hotmail.com

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