DestacadoEl Valor de Nuestra Gente

Orgullo por nuestras raíces

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Por Linda Rubí Martínez Díaz

 

 

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Vivimos en un contexto global, y por ello, usamos con frecuencia extranjerismos que se van adaptando a nuestro uso cotidiano de hablar, así como los productos que consumimos han dejado de tener nacionalidad, pues pueden conseguirse aquí o en otros países, y sus ingredientes con frecuencia, son adquiridos de varias partes del mundo. (e incluso, con el mercado electrónico, adquirirlos en poco tiempo). Sin embargo, un efecto negativo de esta nueva forma de vida gobernada por la libertad y el mercado, ha sido la pérdida de identidad, tanto individual como colectiva.

Vemos que el modo de vida occidental, en particular el propuesto por Estados Unidos, ha marcado la tendencia global. Hasta China se ha americanizado más que otros países cercanos, al grado que comienza a llevar la delantera en desarrollo económico. Pero en este sentido, la identidad histórica puede verse amenazada. Tenemos entonces un reto, el que por un lado podamos aceptar lo externo pero sin afectar lo que tenemos, porque es preciso ser tolerantes, pero también saber respetar la autonomía y la dignidad.

Lo interesante de esta aldea global en la que vivimos los mexicanos, es que ahora parece estar pasando el efecto inverso. Estados Unidos tiene la mayor cantidad de paisanos de tal manera que han afectado costumbres y se ha realizado una simbiosis de prácticas. Ahora es frecuente encontrar comida mexicana en Chicago o Nueva York, capillas en las calles de Los Ángeles, o ropa y artículos que solo se encontraban en zonas específicas. Y esto es solo una muestra de lo que pasa en otras áreas, como lo acabamos de ver la semana pasada con los Premios Oscar. La colonización que hemos sufrido los mexicanos por siglos, ahora la estamos usando para sobrevivir, para dar a conocer lo nuestro.

Es un orgullo que, durante 5 años, los mexicanos hayan dejado huella dando lo mejor del arte cinematográfico hacia el mundo. Vivamos este ejemplo, de rescate de lo nuestro, y ofrezcámoslo al mundo. Aceptar lo de fuera no implica que debamos perder lo que tenemos.

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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