SINCRETISMO Y SIMBOLISMO EN LAS ANTIGUAS PALMAS DE DOMINGO DE RAMOS, EN LA REGIÓN DE COATEPEC, VER.
Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros
Cronista de la ciudad de Coatepec
Hace unos treinta años era todavía común ver a personas adultas, enseñar a los niños la elaboración de una amplia variedad de motivos tejidos con las hojas de palma, ante la cercanía del “Domingo de Ramos”. A la par del tejido y adornado de las palmas, se indicaban los nombres de cada una de las figuras, así como el uso que se la daba a la palma bendita dentro de las prácticas del culto popular, algunas de ellas no reconocidas y desaprobadas por la propia Iglesia Católica.
También era común ver a los vecinos de la parte alta de la ciudad de Coatepec, cuando bajaban al lado de la imagen de Jesús montado en el burrito, sobre todo los padres de familia, quienes cargaban los gruesos y pesados ramos de palmas suntuosamente adornados con flores, ramas de oloroso olivo, laurel, manzanilla, romero, y una gran cantidad de motivos tejidos con las frescas hojas de palma. Realmente era un deleite observar a lo largo de la calle de Arteaga, bajar la romería en torno a la sagrada imagen, pero sobre todo deleitarse con el colorido de las palmas adornadas.
Al ser la festividad católica de “Domingo de Ramos”, una actividad que da entrada a la “Semana Mayor” y por costumbre los católicos acuden con sus palmas a la bendición, se ha vuelto común el adquirir las palmas adornadas en el mercado y los atrios de las iglesias. De tal manera que la venta de las palmas adornadas acentúan la desaparición de los antiguos adornos, y sobre todo que las personas dejan de lado los tradicionales conceptos y usos de la palma bendita, ante el avance de su comercialización. Al mismo tiempo de que se promueve la producción en serie de los adornos por parte de personas ajenas a la comunidad, que en la mayoría de los casos aprovechan la ocasión vendiendo los ramos muy sencillos y a precios accesibles al consumidor, pero que sólo integran los elementos básicos como son: la palma, un sencillo adorno, ramas de yerbas olorosas, y una o dos flores.
A fin de entender la importancia de las antiguas palmas adornadas, es necesario hacer un poco de historia y remontarnos a los inicios del proceso de evangelización hacia el siglo XVI. Con la llegada de los primeros religiosos franciscanos a la región, y su establecimiento en el convento de San Francisco en Xalapa, se inicia de lleno la conversión de las comunidades indígenas con base en un proyecto, que de entrada censuraba muchas de las antiguas prácticas religiosas de tradición mesoamericana, a la par de la sustitución de esculturas indígenas por imágenes católicas, la erradicación y/o desplazamiento de antiguos rituales de tradición mesoamericana por actividades litúrgicas cristianas, aparte de la implementación de actos propios del teatro edificante, los cuales se llevaban a cabo en los grandes atrios o en otros espacios de los asentamientos. Dichas obras se realizaban a fin de instruir al indígena en diversos pasajes bíblicos, y en otros casos se enfocaban hacia la explicación de los misterios y/o conceptos católicos.
Históricamente se debe de reconocer que la fundación del Pueblo de Indios de San Jerónimo Coatepec hacia el año de 1560, no necesariamente albergó a la totalidad de la población indígena del viejo asentamiento de Coatepec, ubicado en las últimas estribaciones del Cofre de Perote. En ese tenor debemos de reconocer que los indígenas coatepecanos debieron de gozar de ciertas “libertades” en materia de instrucción religiosa, al no tener de planta un religioso franciscano que les atendiera y obligara a dejar sus antiguas prácticas de tradición mesoamericana. Prácticas culturales que se revitalizaron periódicamente a través de los siglos, toda vez que la fundación del asentamiento colonial de Coatepec en el año de 1702, por parte de las autoridades novohispanas y la intervención del clero secular, no necesariamente implicaron una nueva conversión de los indígenas que fueron movilizados del viejo Coatepec. Por tanto la población indígena local debió de practicar una religión católica, en la cual se mezclaron antiguos ritos y concepciones de tradición prehispánica, cuya característica principal fue la pervivencia de conceptos y cargas simbólicas sincretizadas con la iconografía y liturgia católica. Cuyos referentes sincréticos hasta le fecha perviven en un buen número de prácticas religiosas propias del culto popular, que identifica a un amplio sector de la sociedad Coatepecana.
Actualmente podemos identificar en las palmas adornadas que elaboran algunas personas tradicionalistas de Coatepec, una serie de rasgos simbólicos en relación a la pervivencia de elementos propios del proceso sincrético, en el que se combinaron la carga simbólica del árbol cosmológico mesoamericano, el de la planta de maíz, el árbol del bien y del mal, junto con la carga icónica de la palma.
Entre los adornos que se tejían en palma para adornar el ramo, se identifican las espigas de maíz, los elotitos, las mazorcas, las guías floridas, los botones, los frutos floridos (naranjas y granadas aventureras), las hojas de maíz, los gusanos y las culebras o “atrapa dedos”. En conjunto las figuras, las flores y las ramas de yerbas olorosas integradas a la palma, nos remiten a las características cíclicas del periodo de desarrollo de las plantas, y que en el caso de los árboles inicia con las guías, los botones, las flores, los frutos y culmina con el desarrollo de los gusanos. Por su parte los momentos importantes en el desarrollo de la mata de maíz son: la floración (espigas), los elotitos y culmina con las mazorcas. Por su parte el árbol del bien y del mal estaría representado por los frutos y la culebra o “atrapa dedos”.
Por último debemos de tener presente que la mayoría de los rituales entre las sociedades prehispánicas, se circunscribían al periodo de desarrollo del ciclo agrícola, actividad básica de la economía indígena que estuvo regulada por un complejo aparato religioso. De tal forma que al imponer los españoles la religión católica, en la cual se privilegian una serie de actividades litúrgicas que “coincidentemente” se circunscriben al ciclo agrícola entre los meses de febrero y octubre. No podemos dejar pasar inadvertidamente que en los elementos simbólicos de las antiguas palmas adornadas de “Domingo de Ramos” en la región de Coatepec, perviven algunas de las antiguas concepciones cíclicas de “vida-muerte-renovación” observadas por las sociedades indígenas en el pasado, mismas que se amalgamaron con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en la Semana Mayor.
Ojalá muchos Coatepecanos se animen a retomar la hermosa tradición de adornar sus palmas de “Domingo de Ramos”, específicamente por el simbolismo implícito en ellas, aparte de que es un rasgo cultura que nos identifica y diferencia de otras poblaciones. Para mayor información sobre el tema del simbolismo de cada uno de los elementos presentes en las antiguas palmas adornadas, distintivas de la región de Coatepec, se les invita a consultar el libro:
Bonilla Palmeros, Jesús Javier, Cultura y Tradición que Forjan Nuestra Identidad, Serie: Un Abrazo a mi Tierra Coatepec, Coatepec, Ver., Imprenta Toscana, 2014.