Tiempos de cambio
Por Linda Rubí Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Se cumplen 3 meses de unas votaciones históricas y con ello, el inicio de una nueva era para el desarrollo de México. Ya se respira un aire distinto a pesar de que el ejecutivo aún no toma protesta; sin embargo, el liderazgo de la nueva clase política se ha mostrado a tal grado que ya se impulsan cambios reales, los cuales veremos en muy poco tiempo. Gracias a que las instituciones de hoy son más sólidas que las de hace cien años, por fin estamos viendo la realización de cambios políticos a través de un proceso democrático, superando los que conllevan derramamiento de sangre. Y eso para mí es de celebrarse, pues estamos demostrando que podemos avanzar sin la imposición, respetando al otro, evitando la tentación del autoritarismo.
Celebro que la bandera de la lucha contra la corrupción haya sido apoyada por 30 millones de mexicanos; esto es muestra de un llamado urgente para fortalecer los valores morales. Celebro que también haya sido una votación en la que la participación ciudadana se incrementó respecto a jornadas anteriores. Esto nos muestra la legitimación del nuevo proyecto y con el que la nueva oposición está obligada a dialogar.
Justo cuando la democracia ha sido tan cuestionada como un proceso de racionalidad colectiva, el pasado 1 de julio se vivió un verdadero movimiento para defender sus valores. Cuando en otros lugares se ha manipulado directamente o a través de la mediatización, se demostró que eso ya no es suficiente cuando la gente está harta de lo que ya no sirve. Ni las campañas de odio ni de miedo, impidieron el verdadero sentir de los mexicanos. Y cuando la mayoría habla, las élites deben abstenerse de imponer sus intereses de grupo.
Me enorgullece vivir estos momentos porque quiero que mis hijos crezcan con las mismas oportunidades que todos. Porque es necesario un viraje en la política económica que lacera nuestros bolsillos. Pero, sobre todo, porque necesitamos que haya justicia social a los menos favorecidos.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.