Ars Scribendi

Una bella historia de amor

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Rafael Rojas Colorado

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx

 

PARA LINDA RUBÍ Y SERGIO ULISES

Fue una tarde otoñal. La parroquia de San Jerónimo estaba vestida de vistosas flores. En el recinto se respiraba una sensación romántica. Desde lo más alto de la torre de la iglesia, el reloj indicaba la cinco de la tarde. El calendario marcaba 19 de diciembre. El año: 2014.

Justo cuando el coro entonaba: “Señor, ten piedad de nosotros…”, Linda Rubí y Sergio Ulises, novios de ensueño, entraban al templo, sonrientes. En el altar, los presbíteros Javier Hoyos y Francisco Suárez, plenos de júbilo, esperaban a la mágica pareja. Los presentes, al borde de la emoción; saludando y admirando la belleza de la novia. La cola del blanco vestido pendía de dos simpáticos pajes. El novio, engalanado con un frac negro y corbata de moño.

Ante el altar, los padres de la novia la persignaron y la entregaron al apuesto novio, reflejo de aquel mítico héroe griego, caracterizado por el profundo amor que siempre tuvo a su compañera. Todo transcurrió armónicamente, cual si de una sinfonía se tratara. Durante la homilía, el padre Javier expuso una bella reflexión sobre la segunda epístola de san Pablo a los corintios e hizo una significativa exégesis de algunos libros sagrados, haciendo particular énfasis en las bodas de Canaán. En suma, un mensaje simple, pero lleno de trasfondo, el cual giró en torno a la importancia del amor en la vida del hombre. Luego, los consagró con el sacramento del matrimonio. Los padrinos acercaron los anillos, las arras, la Biblia, el rosario y, como dos que se vuelven uno, los transustanciaron con el lazo. Fue entonces que el padre Javier les impartió la bendición y les invitó a que sellaran su compromiso con un beso de amor infinito. En el recinto de Dios flotaban los matices del ágape. Tanto el Ave María como el canon de Pachelbel envolvieron de solemnidad esa atmósfera que consagraba la unión de los dos enamorados, ahora unidos en matrimonio. El arroz y las felicitaciones completaron el clímax de felicidad.

El salón social “Eventos Texin”, en medio de un verde jardín, fue el escenario de la recepción, pleno de invitados que presenciaban la logística y a los recién casados inmersos en la ensoñación. Felices bailaron el tema: “Dos”, que otrora hiciera famosa El príncipe de la canción, José José. Cada nota, cada verso parecía estar inspirado en su historia de amor, la misma que iniciaron hace algunos ayeres, cuando sus destinos conspiraron para hacerlos coincidir y se sonrieron por primera vez, cuando los latidos de su corazón les profetizó su amor; instante en el que nacieron sus sueños, ilusiones y fantasía. Las alas del amor los fueron guiando hacia su horizonte. Ahora bailaban como esposos esas notas que los invitaban a amarse verdaderamente, “a sentir su amor y triunfar”. Estas bellas emociones tomaban forma, emergiendo de la bruma en el centro de la azulada pista de baile, mientras las luces los envolvían con sus colores.

Más tarde, del inconfundible sax de Kenny G. emanaron las dulces notas de “Forever in love” para acompañar el vals de los novios, acompañados de sus familiares e invitados. Fueron momentos en medio de los que sólo flotaba la felicidad, una felicidad que los vio sonreír hasta el final, hasta que, tomados de la mano, como pareja que ya eran, abandonaron el lugar para caminar por la vida cultivando una bella historia de amor.

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