Entre Columnas

Xalapa: el abandono.

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Martín Quitano Martínez.

mquim1962@hotmail.com

 

“La verdad es que estamos gobernados por una pandilla de gilipollas”

Antonio Gala

Escritor Español (1930- )

Una vez más Xalapa se encuentra arrinconada por la impunidad, sitiada por la sinrazón que se construye desde la ineficiencia y el desatino; una capital donde la concurrencia de poderes parece ser el garante de la falta de coordinación, de la condición propicia para eludir responsabilidades, para hacer poco o nada ante los problemas que se acentúan.

La antes famosa ciudad de las flores y del comercio virreinal está totalmente  desatendida, ese otrora jardín que en la noche de luna olía a jazmín, donde la cultura y las artes pujantes y vanguardistas lograban situarla como la Atenas veracruzana  parecen ser el recuerdo de tiempos que fueron siendo olvidados por una burocracia infecunda, ignorante y ambiciosa que ha logrado socavar pero no acabar con eso que aún latente y pese al abandono se mantiene en espacios sociales y académicos que a contracorriente dan la lucha por mantener viva y actuante esa tradición que seguro requiere mucho más que las sandeces administrativas para derrotarla.

Una Xalapa caótica, que con el desorden institucional o a pesar de él cuenta aún con reductos de civilidad por los que aún se vive la ciudad, porque de no ser así estaríamos varados en los automóviles, las manifestaciones y las prepotencias de los que no acaban de entender la trascendencia de las omisiones gubernamentales, frente a las que hay que rehacer nuestros entramados sociales para mejorar los niveles de convivencia, reconociéndonos en los problemas comunes y actuando en consecuencia.

Xalapa sobrevive ignorada por sus administradores, por gobernantes miopes, ociosos, corruptos, solapados desde el poder estatal. Considerada por propios y como un botín en el cual recrear sus intereses en menoscabo de los intereses colectivos. Trienio tras trienio las responsabilidades se anulan, afanados en conseguir los mayores beneficios, en una denigración institucional que se incrementa lastimando el hogar de muchos y la sede de los poderes que paradójicamente debería ser un ejemplo en la entidad veracruzana.

Es poco probable que las salidas para Xalapa se establezcan solo desde el poder existente, por lo que habrá que trabajar más en los incentivos que ofrezca la participación social, en una ciudadanía que comprendiendo sus complejos problemas, los obligue a dar los cambios de timón que se requieren. Hagámoslo.

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