Pedro Peñaloza

El Polvorín y la mecha

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Pedro Peñaloza

 

“El primer grado de injusticia es alegrarse viendo hacer daño;

el segundo es hacerlo mismo; y el tercero, no impedir que se haga, pudiéndolo”.

M. de L´Hôpital

1. Carmen Aristegui detonante de la indignación. Uno tiene derecho a preguntarse quién opera los análisis de escenarios y de los estados de ánimo de los distintos segmentos sociales del país. Sí, puesto que es más que claro que los «cerebros» de Los Pinos y de Gobernación están visualizando una realidad distante a la que se observa desde múltiples miradas académicas, sociales y políticas. Ya se sabe que la mentalidad que poseen los armadores del «cuarto de guerra» del círculo íntimo de la clase gobernante, es limitada, provocadora, reaccionaria e irresponsable. La más reciente prueba de la carencia de oficio conciliador y quizá sensato de los asesores del Presidente, es no dimensionar los efectos que ha producido el despido de la periodista Carmen Aristegui.

Por si alguien dudara del tacto paquidérmico característico, véase el comunicado dado a conocer por la Secretaría de Gobernación, donde se sostiene que el gobierno «ha respetado y valorado permanentemente el ejercicio crítico y profesional del periodismo», emitido la tarde del pasado martes 17. Y más adelante se expresa que, «respecto al diferendo entre noticias MVS y la periodista Carmen Aristegui, el Gobierno de la República manifiesta lo siguiente:

«Es deseable que este conflicto entre particulares se resuelva, para que la empresa de comunicación y la periodista sigan aportando contenidos de valor a la sociedad mexicana».

¡Recórcholis! ¿Qué tipo de gobierno es éste, que reacciona con indiferencia y «neutralidad» cuando le está estallando en la cara un conflicto en donde se ha construido en el imaginario social la sensación de que el golpe contra la periodista proviene de la oficina de la presidencia?

2. Proyecto hegemónico y dominación. El tema Aristegui debería ser visto desde una meseta más amplia y panorámica. Por supuesto, que es infantil e inaceptable la especie difundida, ahora también por el gobierno, de que estamos en presencia de un simple conflicto laboral entre una empresa y su empleada. El despido de Carmen solo es un elemento más de la ofensiva que se ha puesto en marcha para intimidar y mandar mensajes «preventivos» para quienes buscan proponer una información que contraste con la metralla lanzada desde el duopolio televisivo, que como se sabe su misión central es construir una realidad ficticia, que perpetúe las condiciones de inequidad social múltiple. Misión, que evidentemente, también cumplirán las dos nuevas empresas concesionarias de televisión.

3. Soberbia e imposición. Es más que claro que el peñismo ya decidió poner en juego todos sus instrumentos ideológicos y políticos para imponerse no solo en las elecciones intermedias, sino para establecer una ruta de permanencia en el poder hasta 2018 y lo que siga. El manejo del arribo a la PGR de Arely Gómez, en donde se omitió perfil y trayectoria; y el caso extremo de Medina Mora, el cual se impuso atropellando elementales requisitos constitucionales y reclamos públicos, dibujan de manera clara e indubitable, que el grupo de Los Pinos no se planteará ninguna frontera para atropellar cualquier movimiento que trastoque su aspiración transexenal.

Epílogo. La conflictividad social y las diversas irritaciones colectivas no son para Peña y su equipo elementos suficientemente importantes para detener la maquinaria electoral y política del PRI y sus aliados. Sin embargo, el polvorín se está expandiendo, la mecha está seca y únicamente falta que alguien la encienda. ¿Se podrá modificar la ecuación del control y la dominación de la minoría que se carcajea desde la comodidad de la inmunidad e impunidad?

pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz

 

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