El Valor de Nuestra Gente

Justicia proporcional

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Por: Linda Rubí Martínez Díaz

 

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Pese a los avances que hemos tenido para la construcción de una sociedad más justa y equitativa, aún tenemos ciertos lastres indeseables que la tradición y las costumbres no nos permiten cambiar. La discriminación hacia personas con capacidades diferentes es un ejemplo de ello. ¿Cuál es la razón de este problema? ¿Cómo podemos superarlo?

A veces no basta el sólo promover que estas actitudes son indeseables. Muchas veces las acciones tienen un fundamento en la manera como consideramos los conceptos. Por ejemplo, algunos creen que es mejor tener el suficiente dinero para estar bien, mientras hay quien desea despojarse de sus posesiones para poder estar bien. Similarmente, creo que el problema de la discriminación es en principio conceptual y ha orientado a las personas a actuar en consecuencia. El problema es seguir manteniendo la distinción conceptual entre personas con “capacidades diferentes” y con “capacidades normales”. Si queremos ser una sociedad de vanguardia, lo mejor que podemos hacer es eliminar dicha distinción y pensarnos bajo el concepto legal de individuo, sin verificar nuestras distintas características que por azar todos tenemos.

Pero a la vez hay que mencionar que no todos somos iguales. Algunos tienen el privilegio de nacer en buenas familias mientras que otros tienen que esforzarse un poco más. Algunos crecen dentro de costumbres milenarias y otros bajo ideales posmodernos. Algunos somos mestizos y otros tienen sus raíces físicas más arraigadas. Y de igual manera, genéticamente somos diferentes. No tenemos qué hacer un examen más minucioso que verificarlo empíricamente. El que todos seamos diferentes hasta de nuestros padres no implica que debamos comportarnos sin tomar en cuenta el estado de derecho. Hay ciertos elementos que debemos preservar para mantener un halo de cordialidad, como el respeto al otro, la tolerancia de las diferencias, la integración de aquellos que se adaptan con dificultad.

Lejos de representar una contradicción, esto es un principio en pro de la justicia proporcional. No todos estamos en las mismas ventajas que los demás. Las personas con capacidades diferentes tienen que gozar de los mismos derechos que cualquiera pero necesitan tener una ventaja comparativa con qué ajustar los tacos de salida y poder competir con aquellos que no necesitan de ella. Los trabajos actuales deben ajustarse a las medidas de las necesidades para poder desempeñarse sin problemas. Y el hecho de que tengan qué crearse estos espacios que condicionen un desempeño óptimo no tiene qué generar carencia en otros ámbitos, como el trato desigual o el recibir un sueldo inferior.

En este sentido debe aplicarse la justicia proporcional, situada entre una justicia igualitaria y una justicia jerárquica. Es un hecho que todos somos iguales, pero si se trata de repartir equitativamente los recursos, sería injusto que quien tiene más recibiera lo mismo que quien tiene menos. Sería poco adecuado que quien usa sus dos piernas reciba una silla de ruedas. La justicia proporcional viene a aplicarse de tal manera que el que está en desventaja recibe más que quien no lo necesita.

A pesar de que el fenómeno actual es contrario a lo deseable, debemos propugnar por una sociedad que poco a poco adquiera el concepto de justicia proporcional. Aunque los resultados inmediatos sean pocos, a la larga rendirán frutos cuando dicho concepto se acepte de manera natural entre todos los miembros de la sociedad.

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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