Pedro Peñaloza

La clara obscuridad

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Pedro Peñaloza

El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, si puedes simular eso, lo has conseguido.

Groucho Marx

1. Signos y señales. El habilidoso Beltrones ha venido jugando y retozando con palabras y frases huecas. Admite que mantendrá una cercanía «necesaria» con el presidente. Dejemos las simulaciones y los fuegos de artificio, el sonorense fue nombrado por Peña, a él le debe el cargo, a nadie más. El joven imberbe y sus cercanos le aconsejaron que era conveniente y rentable tener al exdiputado a la mano. Aquella frase efectista de «sana distancia» fueron simples desplantes que buscan obnubilar la morfología autoritaria del Revolucionario Institucional. Así que, en los próximos meses y quizá años, veamos a Manlio Fabio acordando movimientos y construyendo escenarios políticos en Los Pinos. La verdadera distancia entre Beltrones y Peña solo estará delimitada por la distancia entre insurgentes norte y la casa presidencial.

2. Iguala, Tlatlaya, Michoacán y Narvarte, unidos por la impericia y la simulación. Algunas de las marcas indelebles del peñismo se han convertido en una escenografía de la ineptitud. No es casualidad el manejo errático y contradictorio de estos eventos, además de la ausencia de profesionalismo de los miembros del Gobierno federal, se han presentado coincidencias de torpeza inigualable con Gobiernos locales de distinto signo partidario. Estamos en presencia de una crisis sistémica y estructural que atraviesa logos y nombres, que dibuja de cuerpo entero a una clase política incapaz de ni siquiera refuncionalizar sus aparatos de dominación para mantener el «orden» anunciado. El oficio político plural e incluyente no es una mercancía que se pueda adquirir en algún estanquillo o centro comercial. La clase política en el poder tiene una característica que la hermana: le tiene pavor a la organización social independiente, los movimientos sociales autónomos son inmediatamente satanizados y criminalizados; esta casta política ha construido un Estado que ha asumido un nuevo rol en esta fase del proceso capitalista que tiene dos premisas: aceptar ser gendarme de la «objetivación» de las ganancias capitalistas y carcelero de quienes pretendan trastocar el equilibrio impuesto.

3. Partidos-agencias. El ADN priísta ha contagiado la dinámica y funcionamiento de, al menos, tres partidos con registro legal. Los hábitos, convertidos en reflejos culturales, de la clase política «opositora», se reflejan en el espejo del partido tricolor. La izquierda (en sentido estricto centro izquierda) PRD y Morena, se guían por disciplinas verticales y autoritarias. El primero, por la dictadura de facciones de interés (no ideológicas); y el segundo, por un caudillo que ejerce una influencia apabullante en su naciente partido. Una característica simétrica en ambos agrupamientos es la ausencia de discusión seria y fundada en sus filas, en el partido del sol azteca todo se eclipsa con representaciones numéricas, sin ideas de la realidad social concreta; en el Movimiento de Regeneración, seguramente hay corrientes o expresiones, pero incapaces de cuestionar los dictados de su guía. Quizá estas peculiaridades, serán la palanca que los una, con notable cinismo, para las elecciones de 2018.

En el flanco derecho, el panorama no es nada estimulante, el arribo de Anaya al pedestal panista únicamente consolidará una mirada conservadora y adicta al neoliberalismo.

Epílogo. Frente a lo anterior, las pasiones múltiples y lo intereses concretos presionarán para que en México no se den cambios sustanciales. La clase política hegemónica puede lanzarse escupitajos públicos, pero se unirán para dinamitar cualquier posibilidad de perder sus grandiosos y suculentos privilegios. El horizonte está nublado. Muy nublado.

pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz

 

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