Crónica Coatepecana

La Flor de Izote: simbolismo y gastronomía

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Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

Cronista de la ciudad de Coatepec

 

Los esbeltos troncos de los izotes en los linderos, tanto a las orillas de las carreteras como delimitando las fincas, son una característica distintiva a nivel regional. Aparte del aprovechamiento de su floración en la gastronomía local, principalmente en la preparación de tamales o el famoso chilatole de flor de izote con espinazo de puerco. En cambio su relación con antiguas concepciones simbólicas, han desaparecido a la par de los acentuados cambios que observan las ciudades en las últimas décadas.

            A lo largo del siglo XVI, los indígenas nahuas reinterpretaron la carga simbólica de la palma cristiana y la aplicaron a la “palma americana” (izotl, izote), rasgo que podemos identificar en varios de los denominados “Catecismos Indocristianos, Códices Testerianos y/o Catecismos en imágenes”, documentos utilizados para evangelizar a los comunidades indígenas, cuya característica distintiva era la de contener el registro de las oraciones básicas, misterios, conceptos, y explicaciones básicas de todo lo que debe de saber todo buen cristiano. El rasgo distintivo de este tipo de documentos para evangelizar, era el de contener la información registrada mediante imágenes, las cuales no eran desconocidas a las comunidades indígenas, en razón de que estaban familiarizados con los denominados “códices”, documentos manufacturados en papel de amate, piel de venado, o lienzos de algodón y/o henequén. Este tipo de documentos de tradición mesoamericana contenían información sobre diversas temáticas, la cual era registrada con base en los diferentes sistemas de registro desarrollados por los grupos indígenas en la época prehispánica.

            Al ser los “Catecismos Indocristianos” los documentos utilizados para evangelizar a los indígenas, encontraremos que algunas de las imágenes nos remiten a varias de las pautas culturales distintivas de los grupos locales. En cambio otras tantas representaciones, fueron adecuadas a la idiosincrasia indígena, de tal forma que son fuentes ricas en datos para entender las bases mismas del proceso de evangelización en México.

            En los citados catecismos encontramos toda una carga polisémica en torno a las representaciones de la palma-izote, donde lo mismo aparece como elemento para reverenciar a las entidades y/o personajes de alto rango, o referente de vida eterna acorde a la carga simbólica en la religión cristiana. En este contexto se llevó a cabo una reinterpretación por parte las comunidades indígenas, toda vez, que los grupos locales concebían la vida del ser humano con un carácter cíclico, en el cual la muerte sólo es un momento que precede a la renovación de la vida. Por tanto encontraron en la planta de izote, las características necesarias para fundamentar una analogía simbólica con la palma de acuerdo a la iconografía cristiana. Sobre todo si tenemos presente que el izote tiene un desarrollo cíclico, basta cortar un brazo de la planta y sembrarlo para tener una nueva mata, dicho rasgo permite que sea utilizado ampliamente para sostener las alambradas en los linderos.

            Al ser la planta de izote, objeto de un elaborado proceso sincrético y ser revitalizado en diferentes momentos del desarrollo de las sociedades indígenas y mestizas, desde el periodo colonial hasta el presente, podemos comprender la importancia que revistió en cuanto a su carácter de “árbol cosmológico”, y referente simbólico en la concepción cíclica del desarrollo de plantas y seres humanos. Bajo dicha carga simbólica podemos explicarnos la colocación de las flores de izote en el antiguo altar de “Todos Santos” en Coatepec, específicamente en el altar de tres niveles en el que se disponía un ramo de flor de izote en cada uno de los postes delanteros. Por tanto no se descarta la posibilidad de su pervivencia con carácter simbólico hasta la primera mitad del siglo XX, y sea uno de los pocos referentes alegóricos del “árbol cosmológico” y el orden cíclico. En razón de que los denominados “Altares de Todos Santos”, en realidad son estructuras donde se recrean las antiguas concepciones cosmológicas de tradición mesoamericana, hacia donde se dirigen las ofrendas realizadas al finalizar el ciclo agrícola, a fin de propiciar la renovación y enlace con el siguiente ciclo agrícola.

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