El Valor de Nuestra Gente

Paz, para todos

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Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Vivimos una situación terrible que no ha cesado desde hace muchos años. Después de la segunda guerra mundial, parecía que las grandes potencias apoyarían la construcción de un mundo de paz y de apoyo para los países en desventaja, sin embargo, no ha habido ocasión para que los conflictos cesaran en forma definitiva, dando  lugar a guerras locales, civiles y regionales. Nuestro país ha mantenido esta constante con sus luchas intestinas, sobre todo a partir de la década de los setentas cuando distintas visiones de nuestra nación se vieron confrontadas. Y otros lugares han generado sus situaciones conflictivas en el marco de problemas geopolíticos, cuyas directrices van en orden de la lucha por los territorios, de visiones ideológicas y religiosas, e incluso étnicas. Es triste saber que a pesar de los avances para el mejoramiento de la vida humana, en la misma proporción se intensifican estos escenarios, y lo peor, que la tecnología armamentista también se hace más sofisticada, diseñada para ser efectiva en el ataque.

Hoy en día, el terrorismo ha sido el protagonista principal, el cual ha generado el miedo en la gente por ser impredecible e implacable. La forma azarosa por la cual uno puede ser atacado y perder la vida ha puesto en jaque a muchas ciudades, que han intentado controlar estas situaciones con nulo éxito. Es triste ver por tanto, que la violencia ha marcado nuestra forma de vida y la manera en que nos tratamos unos a otros. Lejos de buscar la solidaridad entre los pueblos, un valor que hace que nos veamos como la humanidad y no como extraños, se ha fomentado la división por estereotipos, y peor aún, se pretende aniquilar a quienes nos concuerdan con uno. Lejos también estamos de aquella frase de Voltaire, la cual expone la máxima de la tolerancia moderna de defender a cualquiera por el solo hecho de ser humano, independiente de sus opiniones o decisiones.

Yo creo que es importante retomar el camino de amor y fraternidad que fue trazado desde hace más de dos mil años; una vía simple pero efectiva que no solo ayuda a preservar nuestra especie, sino a vivir dignamente. Hay que combatir la violencia como tal, esté en casa, en nuestro país o del otro lado del mundo, pues coarta las libertades de todas las personas y cambia sus vidas para mal. Pero esto solo lo podemos hacer con el apoyo a quienes lo necesitan, no fomentando el odio ni respondiendo con más violencia. El objetivo de toda la humanidad debe ser alcanzar la paz. Solo podemos sanar las heridas con la comprensión del otro, con la inclusión de los desplazados y sobre todo, con el perdón.

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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