Especial

¿Se fue?

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Juan A. Morales.

El sol ya busca refugio y el vientecillo que barre el empedrado trae consigo una bruma fría a pesar que ya es cuaresma. El chaval camina hacia la casa de su amigo Manuel, para ver al amor de su vida, claro que ni su amigo ni el resto de esa familia saben que Aída y Cándido se aman en secreto y su prima Casandra, aprendiz de bruja, trabaja en un “amarre” para que sus amigos que descubrieron el amor desde sus juegos de niños sean felices, claro nunca imaginó el muchacho que ese viernes 13 de marzo sería un día funesto.

 

Como todos los días, ayer jueves 12, Aída salió a comprar el pan, encontró en la esquina a Cándido, lo tomó de la mano, caminó con él las tres cuadras hasta el estanquillo y lo convenció que no comprara los boletos para la función de cine del siguiente domingo que exhibirán “Capulina”, porque el chico quiere ver “Tarzán”, y la parroquia la clasificó para adultos y a pesar de sus catorce años, él no da la talla, en cambio Aida ya cumplió dieciséis y trabaja, pero sabrá Dios por qué ella se aferra al amor del muchacho a quien ya juró amarlo hasta el último día de su vida.

 

De camino al estanquillo Cándido confesó que no sabe besar y ella prometió enseñarle, lo que acongojó al muchacho porque en la colonia todos saben que es acólito y que aspira a ser miembro de la cofradía de los Caballeros de San Miguel Arcángel, entonces —¿cómo podrá besarla en la calle?— pero llegó repentina la niebla, fenómeno que atribuyó a los hechizos de su prima Casandra, quien trabaja con los arcanos para que su “amarre” sea infalible y al llegar al Portal de Taboada ella misma lo jaló hacia la columnata y lo besó con tanta pasión que en ese mismo momento Cándido comprendió la teoría del Padre Luisito que afirma que sí existe el paraíso. Aída prometió <<Nunca te olvidaré>> pero salieron del escondrijo porque las beatas salieron del rosario, entonces se fugaron entre la bruma hasta la casa abandonada en cuya barda, la semana pasada escribieron: “Yankee go home” y cantaron la tonadilla que el “Normalista”, un aprendiz de profesor les enseñó Si el gringo está aquí / que calamidad / si el gringo se va / que calamidad / el gringo es vergüenza de la humanidad / Vietnam, Vietnam, viva Vietnam. En el pórtico descarapelado de la casona lo abrazó para esconder los lagrimones que se le escaparon a la chica.

 

Aída llegó a refugiarse a la cocina de doña Bertha quien la vio llorar y preguntó <<¿Se lo dijiste?>>, el llanto evidenció que no y la señora le entregó un envoltorio amarrado con una liga que contenía los ahorros de un año de trabajo y la abrazó amorosa <<Mañana serás otra persona. Duerme. Ordena tus pensamientos>>. La chica se encerró en el cuarto de la azotea, planchó su ropa y la guardó. Fue una noche sin luna, era tarde cuando cerró los ojos pero logró dormir hasta que cantó del gallo.

 

El mismo jueves de esa noche oscura, Casandra recortó un corazón de papel, escribió el nombre de Aída y Cándido, extendió un pañuelo de la chica y sobre él colocó la fotografía de ella boca arriba y sobre su imagen apostó un mechón de cabellos de los dos, el corazón de papel y cerró el sándwich colocando la fotografía de Cándido boca abajo, amarró el recaudo en el pañuelo y sobre él colocó un candelero, al tiempo que suplicó: “San Antonio bendito que al monte fuiste, el rosario y el silabario perdiste, te encontraste con Jesús, quien te consoló y tres virtudes te dio: que lo olvidado se recuerde / lo perdido se encuentre y / el que se aleje regrese”, por tu santo poder amarra a estos enamorados y aleja a los intrusos de su camino. Prendió la vela para dejarla consumir, pero dejó la ventana abierta, entró un gato, tiró la vela, la casa estuvo a punto de arder y cuando logró apagar la flama prometió no volver a usar velas en sus amarres.

 

Hoy viernes 13 marzo los brujos hacen vaticinios y Casandra le advierte a Cándido que tenga cuidado, porque el día de hoy y solamente hoy, el amarre trabaja en su contra <<No la busques, no la veas>> le ordena, pero él está ilusionado con llevarla al cine, con estar con ella en la oscuridad de la galería, tomarla de la mano y sentir otra vez el paraíso, entonces se inquieta y sale para rondar la casa de su amigo, ya que por alguna extraña razón, esa familia no compra pan los viernes, ni Aída asomaba la cabeza a la calle; pero es más poderosa la necesidad de verla que desoye la advertencia de Casandra.

 

La encuentra en la calle y camina feliz a medio arroyo con la mochila en la espalda, su cabello negro ensortijado y suelto, esa franca sonrisa, la frente amplia, delgadita y alta, hasta se parece a la mujer del calendario del mes de marzo de 1964, pero Aída viene con un hombre de más edad, que puede ser su tío o su primo y ella se cuelga de ese brazo fuerte y se columpia mientras el macho dominante camina y cuando pasa cerca de Cándido le sonríe, le dice adiós con su mano y él la ve atónito, mudo, sin chistar, sin mover un sólo músculo del rostro, pero se derrumba por dentro, se le reseca la boca y se le frunce el estómago. Ahora que la ve colgada de ese brazo fuerte que sabe trabajar, le parece más niña, más endeble y él se avergüenza de ser un inútil y huye temeroso pero doña Bertita lo llama <<La crie como a una hija>> y llorando concluye <<Ese hombre la embarazó>>. Cándido ya no controla el nudo que tienen en la garganta, regresa a su casa y le pregunta Casandra <<¿Se fue?>>, entonces comprende por qué la prima le ordenó que no buscara a su amiga Aída.

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