La Otra Versión

Mi Primera Pluma Fuente

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Por: René Sánchez García.

 En recuerdo de mi amigo el Doctor

Manuel Ochoa, siempre un buen hombre.

Recuerdo que cuando niño, veía a mi padre escribir cartas manuscritas dirigidas a mi abuelo, a mis tíos y a algunos de sus amigos. Cuando llenaba aquellas hojas rayadas tamaño carta, casi siempre utilizaba lápiz, bicolor y muy a menudo el manguillo que cargaba con tinta china en color negro. Cuando sucedía algún percance con la tinta, ponía sobre la mancha un cartoncito llamado secante. Todos estos instrumentos más el sobre de papel en color blanco o café claro, los adquiría en papelería “Casa Morales” (junto a la Farmacia “La Central), ubicadas en la calle de Pedro Jiménez del Campillo, allá por los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.

No sé cómo me enteré de la existencia de las plumas fuente, es casi seguro que las vi utilizar en algunos de mis profesores de la escuela primaria. Lo que recuerdo perfectamente es que recorté un anuncio aparecido en el periódico “Excélsior” y lo guardé por algunas semanas y meses con la esperanza de que algún día mi padre me la obsequiara y así tenerla en mis manos. En una ocasión acompañé a mi papá a la ciudad de Xalapa y él preguntó por dicha pluma en la Papelería “El Fénix” de la calle de Revolución y Altamirano, pero no la distribuían.

Se trataba de una pluma fuente en material plástico transparente de la marca “Wearever”. Su costo era de tan sólo 16 pesos de aquel año inolvidable de 1961, cuando cursaba el cuarto grado de primaria en la Escuela “Juan de la Luz Enríquez” que conducía la profesora Juana Dallo. Desesperado totalmente de no encontrarla, le envíe una carta a mí tío Elías, hermano menor de mi madre, quien en esos momentos se encontraba trabajando en el Distrito Federal, para que me la comprara y me la enviara por correo a mi casa. Fue un compás largo de espera (creo que un mes) hasta que con un familiar me mandó a decir que la estaba buscando en las papelerías del centro.

Verdaderamente estaba desesperado por la espera (aunque no le mandé nunca el importe de los 16 pesos) de esa dichosa pluma fuente. En la carta que me escribió mi tío Elías, me dijo que de encontrarla me la enviaría con un amigo de un familiar que vivía frente al IMSS de esta ciudad de los cafetos. Yo creo que sin exagerar que 10 fueron las visitas semanales que realizaba a dicho hogar para saber si llegaba mi encargo soñado, hasta que un sábado por la noche ocurrió el milagro que tanto ansiaba. Esa noche sabatina fue unos de los días más felices de mi corta vida, pues contaba con apenas 10 años de edad.

Recibí el encargo junto con una botellita de tinta en color azul pavo real, misma que cuidaba como la niña de mis ojos. Desde aquel entonces a la fecha sigo con esa pasión de escribir con pluma fuente. Con mi amigo el Doctor Manuel Ochoa, varias veces fueron las ocasiones en que hablamos de este instrumento milenario para la escritura y quedó pendiente la fecha en que nos las mostraríamos para recordar gratos momentos vividos.

sagare32@outlook.com

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